
China presentó nuevas pruebas de los crímenes de la Unidad 731 japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, una unidad especial del Ejército japonés que llevó a cabo experimentos monstruosos con armas biológicas, según informó la agencia de noticias Xinhua.
Los documentos se hicieron públicos la víspera en Harbin, ubicada en el noreste de China.
"Incluyen 3.010 páginas de documentos de archivo, 194 minutos de grabación de vídeo, 312 fotografías, 12 postales y ocho cartas que exponen en detalle los crímenes del Japón militarista relacionados con la guerra bacteriológica", aseguró la agencia.
El director del Museo de Pruebas de los Crímenes de la Unidad 731 del Ejército japonés, Jin Chengmin, cuyas palabras cita la agencia, afirmó que los documentos incluyen pruebas de casos penales y materiales históricos de instituciones oficiales japonesas, así como documentos de archivo que constituyen "fuentes clave la investigación de las unidades japonesas de la guerra bacteriológica".
"Las pruebas y materiales históricos recientemente recopilados revelan detalles adicionales sobre el sistema japonés de guerra bacteriológica y demuestran una vez más que la existencia de la Unidad 731 fue un crimen de Estado deliberado y organizado, cometido bajo órdenes superiores", declaró Jin Chengmin.
El ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, el viernes afirmó que algunas fuerzas en Japón siguen intentando negar la agresión, así como distorsionar y falsificar la historia de la guerra.
En la Unidad 731 del Ejército de Kwantung desarrollaron y probaron armas bacteriológicas en seres humanos. Experimentaron infectando a las personas no solo con bacterias de la peste, sino también con ántrax, cólera, fiebre tifoidea y otros microbios.
La Unidad 731 llevando a cabo un experimento en humanos. pic.twitter.com/9KZ3ycUlOs
— ???????????? ????️ (@1spiderdan) May 1, 2025
La mayoría de los contagiados murieron en una terrible agonía. Quienes se recuperaron fueron sometidos a repetidos experimentos y finalmente también fueron asesinados. Extraían órganos internos de personas aún vivas para observar cómo se propagaba la infección por el cuerpo.
El Ejército japonés también realizó otros experimentos inhumanos con personas, que inevitablemente condujeron a su muerte. Según los recuerdos de los empleados de la Unidad 731, durante su existencia perecieron en experimentos en laboratorios cerca de 3 .000 personas, entre ellos chinos, coreanos y rusos, con quienes se realizaron crueles experimentos.
Según otras estimaciones, la cifra de muertos asciende a 10.000 personas. Inmediatamente después de la derrota del Ejército de Kwantung en agosto de 1945, a la que el Ejército Rojo realizó un aporte decisivo, Estados Unidos formó un grupo especial para buscar en Japón a personas que poseyeran información científica y tecnológica (Washington hizo otro tanto tras la derrota de la Alemania nazi).
En particular, cayeron en manos de este grupo los líderes de la Unidad 731, Shiro Ishii y Masaji Kitano. Estados Unidos los ocultó tanto a ellos como a otros criminales a cambio de los resultados de experimentos inhumanos. Washington rechazó repetidamente las solicitudes de Moscú de extraditar a Ishii y a otros asesinos en serie para que fueran juzgados en la URSS.