Los 5 mitos más comunes sobre el internet satelital

Los 5 mitos más comunes sobre el internet satelital

En México, todavía hay quien piensa que el internet satelital es “caro, lento y se cae con la lluvia”. Y aunque eso pudo ser cierto hace más de una década, hoy es un mito que está dejando a millones de personas sin la posibilidad de conectarse, aprender, trabajar o emprender.

 

Lo cierto es que, mientras esperamos que el internet llegue a todos los rincones, sobre nuestras cabezas ya orbita una solución lista para usarse. Estos son los 5 mitos más comunes sobre la conectividad satelital… y la realidad detrás de ellos:

 

1. “Es muy caro”

 

Hoy los planes residenciales de internet satelital pueden costar lo mismo o incluso menos que un paquete de datos móviles con menor capacidad y cobertura limitada. Y esto se acentúa en muchas comunidades rurales, donde pagan cantidades similares o superiores por una cobertura intermitente o viajan horas para acceder a un cibercafé. Cuando consideramos el costo-beneficio, el internet satelital se vuelve una inversión, no un gasto. Además, hoy en día, existen opciones de precios competitivos y una variedad de planes de datos que se ajustan a las necesidades de diferentes usuarios.

 

En cambio, el verdadero costo es quedarse sin internet: negocios que no crecen, estudiantes que abandonan sus estudios o comunidades que se quedan fuera de la economía digital.

 

2. “Se cae cuando llueve”

 

Para que la señal satelital se interrumpa, tendría que ser una lluvia extremadamente fuerte, de esas en las que es necesario refugiarse y desconectar todos los equipos electrónicos por seguridad. En condiciones normales, incluso en regiones lluviosas, el servicio sigue funcionando. Y si llega a fallar por tormentas extremas, se restablece en cuanto pasa lo peor.

 

Lo anterior se debe a que la mayoría de los sistemas modernos de internet satelital están diseñados para resistir las condiciones climáticas adversas. Las antenas y el software avanzado tienen la capacidad de compensar las interrupciones leves, manteniendo una conexión estable la mayor parte del tiempo.

 

3. “Es demasiado lento”

 

Si bien en el pasado el internet satelital no competía en términos de velocidad, ahora la tecnología ha evolucionado drásticamente a su favor. Las nuevas generaciones de satélites ofrecen mayores velocidades para una mejor experiencia de usuario. Estas mejoras cubren sin problema la mayoría de las actividades diarias: videollamadas, clases en línea, transacciones bancarias y streaming de video.

 

4. “La latencia lo hace inútil”

 

La latencia es el tiempo que tarda la señal en viajar ida y vuelta. En el caso del internet satelital que utiliza satélites geoestacionarios (GEO), ubicados a más de 36,000 km de la Tierra, esta distancia genera una latencia promedio de aproximadamente 800 milisegundos. A pesar de esta latencia, el servicio permite realizar diversas actividades en línea como navegar por sitios web, enviar y recibir correos electrónicos, utilizar redes sociales, telemedicina y ver videos en streaming, gracias a tecnologías como el buffering.

 

5. “Es complicado de instalar”

 

La realidad: un técnico certificado llega hasta tu casa o negocio, sin importar lo lejos que estés, y en pocas horas te deja navegando. El equipo es resistente, no requiere mantenimiento constante y las actualizaciones se hacen de forma automática.

 

Conectar a México, sin mitos

 

Cada vez que repetimos estos mitos, retrasamos el acceso a internet de comunidades que podrían estar conectadas hoy mismo. El internet satelital ya está disponible, es más accesible de lo que se cree y puede transformar vidas: estudiantes que continúan su educación, emprendedores que venden más allá de su comunidad y familias que se mantienen unidas a pesar de la distancia.

 

Existen compañías como Hughes, que llevan más de cinco décadas perfeccionando la tecnología satelital y hoy conectan hogares y negocios en lugares donde la fibra óptica aún es un sueño lejano.

 

En 2025, la pregunta no es si el internet satelital funciona. La pregunta es: ¿cuánto más vamos a esperar para aprovecharlo?

Notas Relacionadas