De la gloria al abismo: el lado oscuro de los atletas de élite

De la gloria al abismo: el lado oscuro de los atletas de élite

Foto: Freepik

El FBI ha incrementado a 15 millones de dólares la recompensa para capturar a Ryan James Wedding, ex snowboarder canadiense y ex atleta olímpico, acusado de encabezar una red transnacional de narcotráfico presuntamente vinculada al Cártel de Sinaloa.

 

Wedding, representó a Canadá en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002 en la disciplina de slalom gigante paralelo. Más de dos décadas después, es buscado por autoridades estadounidenses por cargos que incluyen tráfico internacional de drogas, conspiración criminal y el presunto ordenamiento de asesinatos de testigos protegidos.

 

 

 

Pero la caída del exolímpico no es un episodio aislado, hay casos de atletas de élite con trayectorias marcadas por delitos graves. A lo largo de la historia, varios deportistas con logros olímpicos o carreras vinculadas al alto rendimiento han terminado en la cárcel, envueltos en crímenes que contrastan brutalmente con su imagen pública.

 

Uno de los nombres más emblemáticos es el sudafricano Oscar Pistorius, icono paralímpico y primer atleta amputado en competir en unos Juegos Olímpicos. Su prestigio mundial se desplomó en 2013 tras asesinar a su novia, Reeva Steenkamp, y tras varios procesos de apelación, fue condenado en 2016 a 13 años y 5 meses de prisión por asesinato premeditado; sin embargo, salió bajo libertad condicional tras pasar 9 años en la cárcel.

 

 

 

Otro caso que marcó a toda una generación es el del boxeador estadounidense Mike Tyson, figura dominante del peso pesado y símbolo de la cultura popular. En 1992 fue condenado a seis años de prisión por la violación de una concursante de Miss Black America, delito por el que cumplió tres años antes de ser liberado en 1995.

 

La lista incluye también casos vinculados al dopaje y al crimen organizado. El velocista canadiense Ben Johnson, despojado de su oro olímpico en 1988 por consumo de esteroides, fue arrestado años después por tráfico de drogas y conspiración. Condenado a tres años de prisión, su carrera se convirtió en un ejemplo extremo de la erosión ética derivada de presiones competitivas y entornos turbios.

 

Algunos episodios se remontan a los primeros años del olimpismo moderno. El ciclista italiano Carmine Buscaglia, medallista de plata en Londres 1908, terminó cumpliendo cadena perpetua por asesinato y robo en la década de 1920.

 

Y el francés Antonio Decomas, campeón de remo en París 1900, fue ejecutado tras ser hallado culpable de múltiples homicidios en los años 1910, un caso que estremeció a la opinión pública europea.

 

 

 

Más recientemente, escándalos como el del neerlandés Steven van de Velde, condenado por violación de una menor y aun así clasificado para París 2024, o el del clavadista estadounidense Bruce Kimball, responsable de un homicidio vehicular que dejó dos adolescentes muertos, revelan que la combinación de presión, privilegio y control insuficiente puede detonar tragedias.

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