La Vía Atlixcáyotl, uno de los principales ejes viales que conecta la zona metropolitana de Puebla con el corredor de Angelópolis y la autopista a Atlixco, es una arteria de contraste: símbolo de modernidad y desarrollo, pero también un foco constante de riesgos para conductores, peatones y la seguridad pública.
Los accidentes frecuentes, la alta velocidad y la recurrencia de actividades ilícitas la han marcado como una de las vialidades más peligrosas del estado. Tan sólo la madrugada de este sábado 22 de noviembre se registró un aparatoso accidente que cobró la vida de dos jóvenes, y dejó a una mujer gravemente lesionada.
El conductor de un Subaru azul, de modelo deportivo, iba jugando carreras con el chofer de un Porsche, hasta que perdió el control y se impactó de lleno contra un poste de la CFE a la altura del fraccionamiento Bosques de Angelópolis.
La peligrosidad de esta vialidad no es casual, sino el resultado de una combinación de factores que incluyen su diseño, el comportamiento de los conductores y problemas de seguridad.
La Atlixcáyotl es una vialidad primaria de circulación continua, con límite de velocidad de 80 kilómetros por hora, aunque varios automovilistas, sobre todo aquellos con unidades que portan placas de circulación de otras entidades, lo rebasan por mucho, burlando las cámaras de fotomulta.
Su diseño, con múltiples carriles y tramos largos y rectos, invita al exceso de velocidad, lo que reduce drásticamente el tiempo de reacción ante cualquier imprevisto.
Con un aforo vehicular estimado de hasta 130,000 vehículos al día, la densidad de tráfico es constante y muy alta, especialmente en horas pico. Esta concentración aumenta la probabilidad de colisiones, particularmente por alcance o cambios de carril imprudentes.
La falta de planeación a largo plazo en su crecimiento y las obras constantes de mantenimiento generan problemas de movilidad y, en ocasiones, nula o deficiente señalética y exceso de gravilla, factores que han provocado accidentes, especialmente en motociclistas.
Pero uno de los aspectos más alarmantes es el uso de la Vía Atlixcáyotl como circuito para la organización de arrancones ilegales (carreras de alta velocidad), a pesar -repetimos- de estar equipada con cámaras de fotomulta.
La persistencia de esta práctica se debe a varios puntos clave:
Aunque hay fotomultas, los organizadores de estas carreras suelen cambiar de sede constantemente para evitar ser detectados por operativos fijos de la Policía Estatal de Carreteras.
Además, las carreras son a altas horas de la noche o madrugada, cuando la vigilancia y el flujo vehicular son menores, permitiendo a los infractores desafiar la velocidad máxima de la vía.
Algunos reportes han señalado que, en el pasado, la presencia policial se limitaba a la disuasión, ya que infraccionar a los corredores en el momento requería permitir que iniciaran las carreras para "atraparlos", una estrategia de alto riesgo.
La incautación de vehículos reincidentes o involucrados en arrancones es una medida que se ha aplicado para combatir esta práctica, pero el riesgo persiste.
Su longitud, amplitud y el relativo poco flujo de tráfico en la madrugada (comparado con el día) la hacen ideal para estas actividades ilícitas que buscan la adrenalina a alta velocidad.
Riesgos para peatones
Si bien la Vía Atlixcáyotl está diseñada primariamente para el flujo vehicular rápido, los peatones que viven, trabajan o estudian en las zonas aledañas (como el Complejo Cultural Universitario de la BUAP, universidades y desarrollos habitacionales) enfrentan peligros extremos.
La lateral y el cruce con vialidades secundarias como Cúmulo de Virgo se han identificado como puntos críticos. El alto volumen de tráfico y la velocidad permitida en la troncal principal hacen que cualquier cruce a nivel sea extremadamente riesgoso.
A pesar de contar con pasos a desnivel y puentes peatonales, la falta de accesibilidad (o incluso la demanda de pasos a nivel de piso) genera un conflicto constante. Empresarios y expertos en movilidad han alertado que un paso peatonal a nivel en una vía de alto flujo y velocidad pondría en grave riesgo la integridad de los peatones.
La falta de respeto a las normas de tránsito por parte de conductores, y la tendencia de algunos peatones a cruzar corriendo o por zonas no designadas (como por debajo de los puentes), magnifican el riesgo de atropellamiento.
La Atlixcáyotl ha sido escenario de numerosos siniestros viales con desenlaces trágicos, como el de este 22 de noviembre.
El 11 de noviembre de 2023, en la Vía Atlixcáyotl frente a la plaza comercial Santa Fe, se registró un aparatoso choque. Tras el impacto, un BMW se incendió: tres jóvenes identificados como Mariela, Miguel y Sara, murieron calcinados.
El conductor, identificado como Iván, escapó del lugar dejando abandonados a sus amigos y más tarde, cuando se le reconoció y se difundieron videos del momento en que se da a la fuga, tramitó amparos para evitar su detención, debido a que contaba con una orden de aprehensión.
El 16 de agosto de 2025, Luis Fernando, quien conducía a exceso de velocidad y alcoholizado un automóvil Cupra, provocó una carambola en la misma vialidad, pero a la altura de las plazas Masaryk y Vía San Ángel, en la que resultaron seis vehículos involucrados, entre ellos un taxi.
En dicha unidad viajaba José Alberto, un hombre de 53 años que se dirigía a su domicilio, al que ya no llegó por el percance, pues le costó la vida.
A pesar de los antecedentes de Luis Fernando, de 25 años, quien ya tenía multas por conducir a exceso de velocidad, incluso un mandato judicial, quedó en libertad porque en una audiencia se determinó que se buscarán medios alternativos para llegar a un acuerdo reparatorio.