El 25 de noviembre se conmemora el Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es una propuesta del movimiento feminista de Latinoamérica desde los años ochenta para exigir justicia por las muertas de la dictadura de Leónidas Trujillo en República Dominicana en 1960. En nuestro país casi 7 de cada 10 mujeres han vivido algún tipo de violencia a lo largo de la vida, por ello es necesario identificar los signos violentos para poder erradicarlos.
La violencia de género es aquella que se ejerce contra la mujer únicamente por su condición de mujer y se trata de un problema estructural e histórico cuyas raíces pueden rastrearse de forma milenaria. Por ejemplo, la tradición judío-cristiana señala en su mito fundacional que la mujer provino de la costilla de un hombre y que es ella la causante de la expulsión del paraíso, esta relación de inferioridad y de culpa legitimó que la mujer fuera cosificada y tratada como propiedad del hombre.
La emancipación femenina tiene relación con las revoluciones socialistas y el pensamiento progresista. En México tenemos de ejemplo a la Profesora Rita Cetina que desde finales del siglo XIX impulsó la educación de las mujeres y la que podríamos considerar Madre de la lucha feminista; le dio clases a Elvia Carrillo Puerto, la activista marxista conocida como la monja roja del Mayab, de las primeras en luchar por el voto de la mujer y el derecho a decidir sobre su propio cuerpo.
Son muy variadas las formas de violencia que se ejercen en razón de género. La más conocida es la violencia sexual que implica la participación de relaciones sexuales sin consentimiento y puede o no estar acompañada de violencia física, es decir, la mujer es forzada de diferentes formas: chantajes, amenazas, mentiras, etcétera. La violencia física implica golpes y daños al cuerpo, así como gritos, insultos y humillaciones. Del total de mujeres que sufren violencia, el 90% ha padecido alguno de estos dos tipos.
Otras formas de violencia suelen ser más sutiles y poco visibles, sin embargo, causan igualmente sufrimiento. La violencia económica consiste en privar a las mujeres del control sobre sus recursos financieros para tener un dominio sobre ellas, por ejemplo, cuando se prohíbe a las mujeres trabajar o, cuando trabajan, se les quita el salario o se les limita la forma de gastarlo. La violencia psicológica es imperceptible porque utiliza recursos de intimidación, infligir miedo o amenazas constantes de ser dañadas ellas, sus bienes o sus seres queridos. La violencia simbólica es mucho más compleja porque tiene que ver con los aspectos sutiles de la mujer como sus creencias, tradiciones, historias y formas de vida para minimizarlas, prohibirlas o degradarlas, frases muy comunes como “no llores, pareces vieja” o “no te sabes estacionar porque eres mujer” son ejemplos de este tipo.
La violencia emocional va contra el estado anímico de las mujeres para mantenerlas en un estado de inseguridad personal y limitar su desarrollo. La violencia laboral implica asignar salarios menores a las actividades de la mujer aunque sean iguales a las de los hombres, prohibir ascensos o eliminar reconocimientos de méritos cuando la tarea la hacen las mujeres. La violencia vicaria es cuando en una relación de pareja los hombres utilizan a los hijos para chantajear, amenazar o intimidar a las mujeres. Otros tipos de violencia sutiles se conocen como micromachismos: mansplaining (explicar algo a una mujer como si se tratara de alguien con poco entendimiento), el mantenting (interrumpir constantemente a una mujer para invisibilizar su discurso o darle poco valor a su habla), el broprirating (apropiarse del crédito de algún logro o idea proveniente de una mujer) y el gaslighting (hacer dudar a una mujer de que lo que dice o hace es correcto).
En los espacios digitales también se ha reproducido la violencia contra la mujer, se conoce como ciberacoso y atenta contra la vida privada e íntima de las mujeres, la libertad de expresión, la integridad, dignidad y seguridad. Aunque los hombres también han reportado casos de ciberacoso, por su condición de desigualdad estructural, la mujer es más vulnerable.

Elaborado con datos de Módulo sobre Ciberacoso MOCIBA, (INEGI, 2024)
En la gráfica anterior se exponen las principales manifestaciones de ciberacoso, por ejemplo, engañar a una mujer con identidades falsas con el fin de obtener contenido, mensajes o cualquier otro elemento que sirva después para la extorsión o el envío de mensajes con insinuaciones o contenido no solicitado. Los hates (mensajes de odio), stalkers (seguidores no deseados), trolear (provocar, molestar, humillar), doxxear (publicar cosas privadas), ciberbullyng (humillaciones), shade (indirectas hirientes), flame wars (agresiones verbales), cancelar (aislar socialmente a alguien), banear (expulsar a alguien de un grupo o comunidad), dogpiling (ponerse de acuerdo para atacar directamente a alguien), ghost hate (atacar a alguien sin etiquetarlo para que no se de cuenta) son términos que las nuevas generaciones conocen y situaciones que enfrentan cotidianamente.
Visibilizar las situaciones de violencia nos permite concientizarnos del sufrimiento de las víctimas y es el primer paso para erradicarla. Una Revolución humanista debe atender las causas de cualquier sufrimiento y las mujeres ser prioritarias. Por nuestras abuelas, madres, hermanas e hijas, por nuestras compañeras, alto a la violencia.
*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras
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