Lo siento amigo de la oposición, hoy ganó AMLO

Lo siento amigo de la oposición, hoy ganó AMLO

En septiembre de 2013, un acalorado Rafael Moreno Valle (+) le respondía al yunquista Jorge Ocejo Moreno: “los partidos políticos son para tener el poder, para eso; si no qué sentido tendría su existencia”. El también ex senador acusaba -veladamente- lo que había hecho el entonces gobernador para llevar al PAN a Casa Puebla.

 

El sentido de los partidos políticos es el poder y la primera responsabilidad política del presidente de cualquier nación, sujeta a las tiránicas reglas de la democracia, es heredar el cargo justamente a alguien de su partido.

 

Andrés Manuel López Obrador está ejerciendo política al establecer su estrategia para mantener a Morena -o a sus simpatizantes- en el poder. Esa es su prerrogativa.

 

Por supuesto, la misión de la oposición en México es criticarle, señalarle, evidenciarle, pero sobre todo y primordialmente ganarle en las urnas el próximo año, primero, y después de manera definitiva en 2024. Pero, en esta carrera, el presidente les está ganando.

 

Amigo querido que lees esta columna, es muy importante que a partir de aquí no pierdas la atención, pues el texto no pretende convencerte de que AMLO es el segundo mejor presidente del mundo -como él lo dijo-, pienso todo lo contrario y río mientras lo escribo. Mis críticas al trabajo o excesos del tabasqueño han sido consistentes y constantes, pero si eres un político de la oposición te informo que el presidente está rebasando políticamente por izquierda y derecha. No te vayas y sigue leyendo.

 

Si los partidos tienen como fin la obtención del poder, y esta búsqueda encuentra su punto inicial y final en las elecciones, Andrés Manuel no se ha desviado de su objetivo en tierra y aire.

 

Me explico.

 

Mientras los políticos de oposición han llevado el discurso de rechazo al mandatario únicamente a las redes sociales -y ni siquiera en todas, es más fuerte la participación de los opositores en Twitter-, López Obrador ha elegido tener como vasos comunicantes a los medios de comunicación nacionales y como replicadores de tales contenidos a sus millones de seguidores.

 

Él no quiere convencer al opositor natural a su gobierno, al profesionista, empresario o emprendedor. No. Él le habla a sus electores, los que le eligieron y que se emocionan cuando anuncia que irá contra los corruptos de antes “los prianistas”, que se ríen con sus chistes populares “lo que diga mi dedito” y que, de la misma forma que ocurre con los fanáticos de algún equipo de futbol, entran en éxtasis cuando él dice alguna de sus insignes frases polarizadoras "son periódicos fifís".

 

Mantiene cautivos a sus simpatizantes, que son millones, dándoles lo que ellos esperan. Y estos, sin muchos conocimientos de la realidad económica o social del país, aplauden con comentarios que se asemejan a “al fin les va a dar con todo mi cabecita de algodón”, “claro, que lo atacan porque no quieren devolver lo que nos robaron”, “es el mejor presidente”.

 

El discurso polarizador de López Obrador le permite mantener encantados a sus aplaudidores, quienes sumados a las estructuras electorales que el PRI dispuso con la creación del sistema político, son suficientes para ganar las elecciones y hasta reírse de las críticas de la oposición que pululan en las redes sociales.

 

López Obrador ejerce un gobierno sin sentido de la economía internacional, sin considerar las oportunidades de la aldea global, con gente terriblemente incapaz en distintas posiciones y con un encanto similar al de una secta seductora. Pero, mientras los políticos opositores no lo entiendan, él seguirá siendo la maquina más eficaz para ganar elecciones.

 

Hoy en su discurso de Informe de Labores polarizó en contra de sus detractores con el caso de las becas para jóvenes, un programa a todas luces clientelar y que no sacará adelante a los muchachos del país, pero que sin duda le redituará electoralmente:

 

“Antes a los jóvenes se les daba la espalda, se les discriminaba, ya no son ninis. Ahora son estudiantes becados o aprendices contratados con salario mínimo para que puedan capacitarse y salir adelante. No dejaremos que sean enganchados por la delincuencia; no están solos, con ellos estamos construyendo el futuro”, dijo en su Segundo Informe.

 

López Obrador aprovechó la cobertura nacional para decir que al PRI y al PAN nunca le interesaron los jóvenes y que él sí los tiene en consideración. Falso en cuanto al sentido benéfico del programa, pero certero en cuanto a eficacia electoral.

 

La oposición organiza debates en Twitter, votaciones en la red del pájaro azul, difunde memes y videos sobre el presidente para atacarle y, en efecto, seguramente los votantes que sufragaron por López Obrador de una clase media o media alta entenderán el error de su voto a través de estos mensajes, ¿pero que son estos miles de conversos contra el pensamiento de los millones de pobres en el país que idolatran al presidente?

 

Si bien las redes sociales pueden ser un vehículo importante de información, la inconformidad social que llevó a López Obrador a la Silla Presidencial está ahí en los barrios bravos, en las desvencijadas vecindades, en los pueblos y rancherías, en los sitios donde no es posible tuitear desde la comodidad de un sillón amoldable, mientras tomas un macchiato caramel. Ahí es donde debe dirigirse el mensaje de contraste y alfabetización política.

 

Si la oposición no entiende este paradigma, en 10 meses tendrá grandes alcances digitales que no serán reales y entonces la victoria que hoy tuvo AMLO se convertirá en la consolidación de un proyecto transexenal el próximo año. En Puebla, con ello, el PAN y el PRI se alejarán del poder por una década, al menos.