Alimentos naturales vs transgénicos, ¿cuál es la diferencia?

Alimentos naturales vs transgénicos, ¿cuál es la diferencia?

Foto: FreePik

En México se ha permitido la siembra de cultivos transgénicos desde hace más de 20 años; sin embargo, un reciente decreto presidencial ha señalado que continuarán las exportaciones de maíz transgénico solo para forraje y uso industrial y ya no para consumo humano. Pero, ¿cuál es la diferencia entre un alimento natural y uno transgénico?

 

Los transgénicos son aquellos que han sido genéticamente modificados (GM), forman parte del modelo de agricultura industrial, el cual acentúa la desigualdad en el campo ya que estos productos son sometidos a técnicas de mejoramiento para buscar que las plantas sean más productivas y tengan menor tiempo de crecimiento; asimismo, pueden resistir plaguicidas y fertilizantes sintéticos que afectan al medioambiente.

 

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Por otro lado, está la agricultura orgánica, se trata de un sistema productivo que permite solo el uso de ciertos pesticidas y fertilizantes. Un producto libre de transgénicos significa que en su materia prima no hay frutos, legumbres y semillas que hayan sido modificadas genéticamente.

 

Actualmente, en el país se cultivan alimentos transgénicos como el algodón, canola, frijol, limón mexicano, trigo, naranja valencia, maíz, tomate y arroz. Las instancias encargadas de regular estas producciones son la SAGARPA y la SEMARNAT, entidades que analizan cualquier solicitud de permiso para siembra de organismos genéticamente modificados y en función de los niveles de riesgo evaluados científicamente y las medidas de bioseguridad, se informa si procede o no la siembra del cultivo transgénico.

 

México fue uno de los primeros países donde dieron inicio las solicitudes para ensayos experimentales con organismos genéticamente modificados a pesar de las advertencias de ONGs por el uso del glifosato, un pesticida creado por la empresa transnacional Monsanto y que se clasifica en el grupo 2A de la Organización Mundial de la Salud por ser un agente posiblemente cancerígeno.

 

Este pesticida suele usarse con maíz transgénico, el cual es modificado para poder resistir los efectos del glifosato dando como resultado una alta producción de materia prima en tiempos más reducidos en comparación con un proceso natural.

 

Aunque no existen pruebas contundentes que indiquen si el uso de este agente puede provocar cáncer, su consumo sí está regulado en ciertos países como Estado Unidos, donde el límite de la ingesta permitida es de .5 miligramos. En contraste, regiones como México carecen de una regulación y de la capacidad de hacer muestreos probabilísticos a los alimentos para corroborar la presencia de los agentes posiblemente cancerígenos.

 

En términos generales, la OMS tampoco ha informado sobre daños a la salud por el consumo de productos transgénicos, aunque algunos estudios relacionan su consumo con la aparición de alergias, daños hepáticos y resistencia hacía los antibióticos, generando que ciertas bacterias puedan proliferar con mayor facilidad e incluso pueden tener efectos negativos en la fertilidad.

 

Otros efectos negativos de la manipulación genética es que pueden causar la producción de dosis superiores a las normales de fertilizantes y sustancias tóxicas, apareciendo en partes de la planta donde antes no se producían. También se ha demostrado que el ADN y las proteínas de estos alimentos pueden resistir el proceso de digestión, por lo que la ingestión de alimentos transgénicos que contienen la enzima que degrada el antibiótico puede anular la eficacia de un medicamento consumido.

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